Supongo que si digo que a las mujeres se nos han sometido especialmente a tener que estar delgadas, guapas y caber en unas tallas o cánones de belleza, a nadie le sorprenda. Y que tampoco sorprenda que esto, en mayor o menor medida, afecte a nuestra capacidad de sentirnos deseadas y deseables. En definitiva, afecta a nuestra erótica y a nuestras relaciones sexuales.
¿De qué hablamos cuando hablamos de presión estética?
Hablamos de la presión que sufrimos las personas, esencialmente las mujeres, por nuestro aspecto físico. Maquillaje, ropa, tacones… para toda la sociedad son maneras de expresarse, sí, igual que en el caso de los hombres. Pero cuando pasa de ser una forma de expresión a tener que encajar dentro de lo que la sociedad espera, son estereotipos y esto genera una presión.
Esta presión es a lo que se le llama presión estética: tener que tener unas determinadas medidas, tener que entrar en unas determinadas tallas, no tener grasa en según que sitios, pero sí en según que otros, vestirse y maquillarse de una determinada manera, hablar o comportarse de una determinada manera, no tener papada, ponerte el pelo así y no asá… Eso es la presión estética.
¿De qué hablamos cuando hablamos de gordofobia?
Cuando hablamos de gordofobia, en cambio, no hablamos solo de la presión estética que recibimos todas las mujeres, sino de una forma de discriminación concreta que reciben las personas con cuerpos grandes o gordos, muchas veces encubierta bajo el lema de la salud, aunque por la salud se preocupe más bien poco quien discrimina.
Con la gordofobia pasa algo parecido a lo que ocurre con el patriarcado y el machismo: todos tenemos un poco de base, de manera cultural. Todos tenemos cierta gordofobia interiorizada, porque desde hace años la sociedad se orienta a hacer la asociación delgado-bueno y gordo-malo, en todos los aspectos: salud, estética, deseabilidad… Cuando en realidad cada vez hay menos base científica que soporte esta historia.
Algún dia hablaremos y desgranaremos los mitos de la gordofobia, pero podemos empezar por los básicos. Por ejemplo, el de la salud. Estar gordo no es más insano en sí, hay personas gordas perfectamente sanas en todos los aspectos de la vida e incluso más que una persona delgada.
Tampoco estar gordo te hace automáticamente de segunda a la hora de ligar, tener una relación o que te deseen. Cada persona tiene su público y esto también tiene que ver con la diversidad sexual y corporal. Sí, una persona puede sentirse atraída por un cuerpo gordo igual que por un cuerpo delgado, e incluso más, sin que sea ningun fetiche ni nada “raro”. Los cuerpos gordos, los cuerpos no normativos en general, los que entran fuera de la norma, también son bellos.
Cómos nos afecta y qué podemos hacer
La presión estética y la gordofobia no siempre se manifiestan de manera explicita. Por ejemplo, tú no entras a una tienda de ropa y se meten con tu cuerpo de manera explicita por ser demasiado grande, pero si resulta que ninguna prenda te sirve porque la talla 42 no le entraría ni a tu prima de 10 años… eso también es un mensaje que captamos, recibimos y nos duele. Eso no quita que muchas veces haya gente que se crea con derecho de hacer comentarios sobre tu cuerpo y sus cambios que también son dolorosos.
Por eso afecta a nuestra autoestima y por supuesto a nuestra percepción de nuestro cuerpo y nuestra percepción de nosotros mismos como personas capaces de ser deseables por otro, afectando directamente a nuestra erótica.
Algunos profesionales que trabajan desde la salud y la gordofobia en redes son Laura Alberola (@lauraalberolapsicologia), Arantza Muñoz (@arantzamunoz.tsd), Salud HAES (@salud.incluyente.HAES), Somos HAES (@somoshaes), Natalia, nuestra sexóloga (@nataliaylossexos) y un montón más que se me quedan por el camino.
Su enfoque está basado en la evidencia científica actual (no en la prehistórica de los endocrinos y sus dietas de cajón) y en defender que existe una salud en todas las tallas. Porque la salud mental no es una salud de segunda, y caer en la presión estética y al gordofobia muchas veces puede hacer que caigamos en conductas típicas de un trastorno de conducta alimentaria o en ellos de lleno, aunque esas conductas están tan normalizadas en la sociedad que ni se perciban como nocivas para nuestro cuerpo.
Desde Pimentón Dulce apoyamos este enfoque de salud y placer en todas las tallas y cuerpos, porque la normatividad está para romperla. Si lo normal no existe, la normatividad tampoco, ni en la corporalidad ni en la erótica.
Si crees que puedes tener un TCA o que alguna de estas perspectivas puede estar trastocándote en tu erótica, escríbenos y te derivamos con el profesional adecuado.
Deja una respuesta