Que si Punto A, Punto G, Punto P… Todo son puntos que nos dicen que tienen relación inmediata con el placer, nivel interruptor. Pero ¿son realmente las cosas como las cuentan? ¿Por qué estos puntos resultan tan placenteros? Vayamos uno a uno.
El clásico: el punto G
Hoy en día, hablamos del satisfyer a todas horas. Hablar de placer femenino es hablar de satisfyer pa’ arriba, satisfyer pa’ abajo… pero hace unos años, todo era punto G. Como encontrarlo, estimularlo, tocarlo…
El punto G se llama G y no W porque lo encontró un ginecólogo llamado Graffenberg. Y además, solo se encuentra en el 25-30% de las personas que tienen vulva. Así que, igual no tienes punto G y llevas años buscándolo gracias a todas las revistas y juguetes que te prometían encontrarlo, sí o también.
Pero ¿qué es? ¿por qué existe el punto G? No es otra cosa que el clítoris por la parte interna que, al entrar en erección (porque recordemos que el clítoris también entra en erección), uno de sus pilares roza con la parte interna de la vagina creando una zona más sensible en el primer tercio de la vagina (a unos 2 cm).
El malentendido: el punto P
Después del punto G, apareció otro gran punto, llamado “punto G masculino” y que, además, nos decían que estaba en el ano. Pero la realidad es que si el punto G, es de Graffenberg y se encuentra en la vulva, cuando hay un pene y no hay vulva, no tiene sentido hablar de punto G. Hay otra cosa.
Lo que sí hay, en esos casos, es el punto P, que no es otra cosa que la próstata. Y sí, se estimula a través del ano. Pero no es “un punto G”, es la próstata, aunque al estimularla sí que se pueda sentir mucho placer igual que con el punto G.
La chica nueva de la oficina: el punto A
Si ponemos punto A en google, es como tener flashbacks de lo que ocurría con los anteriores. Miles de artículos explicándote qué es y cómo estimularlo. Líneas de vibradores y juguetes eróticos que lo utilizan casi como si fuese una marca registrada. Pero ¿qué es el punto A?
Bueno, el punto A viene de el A-spot inglés, que es una abreviación de AFE zone. Antero-fornix-erotic zone, en concreto. Es decir, zona erótica anterior al fornix (una zona de la vagina muy cercana al útero).
Siendo completamente sincera, solo he encontrado información contrastada en un artículo científico 1997 que hable de la zona AFE (más bien, de su utilización en la clínica) aunque sí se mencionaba en otros relacionados con el punto G. En él decían que solo el 15% de las participantes del estudio habían llegado al orgasmo en pocos segundos y con gran cantidad de lubricación. Es decir, solo un 15% de las personas con vulva reaccionaría a esa zona «erógena», que se encuentra a unos 7,5 cm de profundidad.
Dada la explicación de donde se encuentra y lo que conocemos de la anatomía femenina (a 7,5cm hay muy pocas terminaciones nerviosas y la vagina apenas tiene sensibilidad), podríamos suponer (repito, esto son suposiciones mías) que lo que se estimula al estimular este punto A sea la vejiga, que se encuentra justo detrás.
La mirada al futuro: el punto O
Al igual que ha ocurrido con el punto G, el punto P y el punto A, es probable que en los próximos años tome relevancia el punto O, del que se habla ya en algunos medios americanos.
Si del punto A hay poca información contrastada, del punto O directamente no hay. Pero, volviendo a mis suposiciones viendo los dibujos anatómicos y las explicaciones de donde se localiza (en la parte de “atrás” de la vagina), cabría pensar que lo que se estimula al tocar este punto O sean las paredes del recto. Pero, de nuevo, esto son solo elucubraciones mías que no deben tenerse como válidas ni científicas, ni mucho menos.
Ojalá pudiésemos reproducir estudios tipo Másters y Johnson sobre la validez de estas zonas erógenas.
Otros juguetes rotos: Punto C, Punto K, Punto U…
Seguramente otros puntos vendrán. Otros han venido pero no han tenido tanta repercusión. El Punto C, de hecho, es el clítoris. Pero por qué llamarlo punto C pudiendo decir su nombre completo, que para algo está. O el punto U, que eran las glándulas de Skene.
Y cada X tiempo, seguramente aparecerán más y más puntos, zonas erógenas marketinianas que nos vendan como la nueva tierra prometida del placer. Pero ahí tiene que entrar la picardía de cada uno de ver qué veracidad hay en cada una de las nuevas «modas» en torno a la sexualidad.
El completo del abecedario: conclusiones
Que si zona A, zona G, zona O, zona P… U, K, C… podríamos seguir llamando con nombres a todo el abecedario, pero seguimos hablando de zonas y estructuras anatómicas. Y no solo de estructuras anatómicas, de cuerpos de personas a las que esas zonas pueden resultarles más o menos placenteras al contacto, y esto es lo que no debemos olvidar por nada del mundo. No vayamos a caer en marketing erótico.
Que sepamos cada vez más cosas sobre el placer y más zonas que, en principio, no debemos olvidar a la hora de hablar de ello, no implica que sean universales. De hecho, el gran problema de los puntos es creer que a todo el mundo le ocurre lo mismo y que todos reaccionamos igual. Para muestra un botón (estadístico): entre un 25-30% de las personas con vulva tienen punto G y solo un 15% reaccionan al supuesto punto A.
¿Y el resto? Pues el resto también disfruta, porque el placer no es cosa de puntos ni de letras. El placer tiene más que ver con el conocimiento sobre uno mismo y sobre lo que le gusta que otra cosa.
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