Lo de que con la llegada de los hijos la sexualidad cambia, lo sabemos todos. Algunos de oídas, otros por experiencia propia.
Cuando decidimos tener un hijo, la manera en la que nos vivimos cambia para adaptarse a esa búsqueda del hijo deseado. Esto, ya de por sí es algo que puede traer cola: los hijos no siempre llegan de manera fácil y hay muchas maneras de ser padres y de cumplir ese deseo.
Una vez que se cumple y aparecen los hijos, la cosa vuelve a cambiar. Los primeros años, sobre todo, nuestra atención al completo se vuelca en los pequeños: dependen de nosotros para comer, cambiarlos, cuidarlos, dormirlos, moverlos… y eso, claro, hace que la pareja tenga menos tiempo para estar junta en intimidad o que cuando lo esté, esté cansada y el deseo cambie.
En resumen: antes se podían tener encuentros de manera más espontánea y ahora es más difícil ya que tenemos nuevos horarios, más cansancio, alguien que depende de nosotros y que pasamos el día cuidando, menos intimidad y momentos para que la pareja esté junta a solas…
Todos estos cambios afectan a ambos miembros de la pareja, pero según el papel que ocupemos nos afectarán de una manera o de otra. Por ejemplo, en el caso de la paternidad (así como en adopciones), no tienen que pasar por la recuperación tras el parto/cesárea y les permitirá disfrutar de otra manera de esos primeros meses de crianza.
Socialmente y hasta hace poco, los padres se implicaban menos en los procesos de crianza y sigue siendo así en muchos casos, pero por suerte esto poco a poco va cambiando y cada vez se ven más padres pendientes de cosas como uniformes, colegios, cuidados… toda esta implicación, también afectará al deseo de la pareja además, ya que si el peso de la crianza recae solo sobre uno de los miembros, creará fricción y discusiones en la pareja. Lo mismo ocurre con las tareas domésticas. Nadie quiere sentir que tira del carro en soledad.
Otra cosa que también afecta al deseo, la sexualidad y la crianza es la conciliación laboral y la política de maternidad/paternidad en cuanto al trabajo en este país. Hay más información en páginas webs especializadas en conciliación como por ejemplo en la asociación malasmadres.
Pero, en realidad, si nos paramos a pensar… ¿cómo no va a afectar, en todos los aspectos, que haya un miembro nuevo en la familia? ¿tener más o menos tiempo para estar en pareja? ¿o sentir que uno lleva el peso de la crianza mientras el otro tiene vida más allá? El proceso de tener hijos, así como toda la crianza, ha sido bastante idealizado durante años, así que toca empezar a hablar de paternidad y maternidad desde la realidad, con sus pros y sus contras, sin juzgar las vivencias de los demás y sabiendo que cada experiencia es un mundo.
Cuentanos: si cada crianza es distinta, ¿cómo fue la tuya?
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