Una de las cosas que más trae a parejas a mi consulta es el tema de la comunicación.
La comunicación es una de las grandes patas sobre las que se sostiene la pareja (junto con los sentimientos, la confianza y la intimidad), así que es normal que si la comunicación falla notemos que hay cosas que no van tan bien.
Y es que se sabe que hombres y mujeres nos comunicamos de manera muy diferente entre sí. Cosa que no significa que no podamos entendernos, sino que simplemente (y generalizando, ya sabes), nos comunicamos de forma diferente.
Por ejemplo, los hombres son más literales, mientras que las mujeres vamos un poquito más allá, además de identificar mejor tonos y contextos. Mientras que nosotras somos capaces de darle vueltas a un tema, ellos es más fácil que compartimenten y que tengan un “cuarto blanco” donde no pensar en nada.
No se ha encontrado todavía por qué ocurren estas diferencias, pero no podemos negar que uno de los grandes pesos está en la educación diferenciada que recibimos desde que somos niños y niñas. Algo que se nota todavía más cuando hablamos de parejas. Y, en concreto, de parejas heterosexuales, ya que en general las parejas formadas por personas del mismo sexo tendrán menos líos comunicativos (aunque pueden darse).
Cuando hablamos de pareja, a esta comunicación tenemos que sumarle roces del día a día, sentimientos profundos, intimidad, confianza… y no todo el mundo sabe resolver conflictos o expresar sus sentimientos de manera efectiva, por lo que da lugar a muchas más probabilidades de que haya problemas comunicativos.
La manera en la que expresamos nuestro amor en el día a día también es una de esas cosas que entraría aquí y que podría dar lugar a problemas, como cuando hablábamos de regalar. Ser más detallista o menos, regalar o hacer cosas en el día a día, o ser más de decir las cosas o no, entran dentro de esos estilos comunicativos diferentes. Si bien hay que tener en cuenta que hay un componente cultural importante que tiene que ver con esa socialización de la que hablábamos antes, que es con qué aprendizajes hemos crecido.
Por ejemplo, las mujeres hemos crecido con muchos más ejemplos y estándares sutiles de cuidados detallistas y elaborados: no te lleva lo mismo hacer una cena o pensar en un regalo que a la otra persona le vaya a gustar específicamente, escuchar atentamente a tu pareja para ver sus necesidades que simplemente decir “te quiero” por las noches, algo mucho más masculino.
Aunque hay que respetar los lenguajes del amor de unos y otros, está bien también tener en cuenta de donde vienen y esforzarse por el otro.
¡Feliz San Valentín!
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