Muchas veces, cuando hablamos de que la pareja se acaba, lo abordamos desde el punto de vista de la ruptura. Desengaños, amor que se acaba, personas que toman rutas diferentes… Pero a veces la pareja acaba porque una de las dos personas no está porque ha fallecido, y eso cambia un poco las reglas del juego.
En cualquiera de los casos, estamos hablando de duelos. Los duelos son procesos por los que pasamos para asumir las pérdidas que tenemos en nuestra vida. No solamente ante la muerte, sino ante cualquier pérdida: trabajos, rupturas, discusiones… incluso cosas materiales con significado.
Siempre se nos ha inculcado que esos duelos pasan por varias fases, creando una falsa ilusión de ser una especie de camino, con unas paradas determinadas previamente, en el que al acabar llegas a la última y deseada parada, la aceptación. Y una vez andado el camino y pasadas por todas las fases, ya no hay más duelo ni nada más que cuestionarse al respecto. Bien, las cosas no funcionan así en la práctica.
El duelo cuando alguien fallece y cuando hay una ruptura es diferente. Cuando hay una ruptura, la relación se acaba pero la persona sigue estando ahí para ti o no, es una decisión que tomais dependiendo de como se haya dado la ruptura. Pero cuando alguien muere tienes que duelar también su inexistencia. Ya no está. No volvereis a hablar, a reir juntos o incluso a discutir.
Como dice Nora McInerny, el duelo es una especie de emoción multitasking. Sientes muchas cosas, todas a la vez. Intentas cuadrar la nueva realidad en el que esa persona, sea el motivo por el que sea, ya no está. En la misma hora puedes sentir nostalgia, felicidad, tristeza, miedo, aceptación, negación… ¡todas a la vez! Es algo muy complicado que nunca se acaba, simplemente va adquiriendo más matices. El duelo no se hace más pequeño, sino que tu vida crece entorno a él. No se «supera» la muerte de alguien, sino que seguimos adelante con ello.
Cuando a quien perdemos es a nuestra pareja, con quien tenemos proyectos e ideas en común, es un duelo concreto, porque con esa persona se va la relación y todo en torno a ella. Solemos considerar a la pareja, en la mayoría de los casos, alguien que nos acompaña en nuestra vida y con quien decidimos compartir nuestra vida, que camina a nuestra mano. Con ella, se va nuestro día a día, nuestra rutina, los proyectos y todas las cosas que compartíamos.
Cada persona tiene su tiempo, sus circunstancias y su manera de gestionar sus duelos. Hay personas que se ponen en pie rápidamente y lo gestionan por dentro. Otras que necesitan más tiempo. Incluso personas que vuelven a enamorarse rápido en pleno duelo. Y ninguna opción es mejor que otra o significa que no hayamos querido más o menos a nuestra difunta pareja.
Adaptarnos a la nueva realidad es muy difícil. Apóyate en tus amigos y familiares, haz cosas que te hagan sentir mejor y, sobre todo, tómate el tiempo que necesites y permítete estar todo lo bien o mal que estés. Cada duelo es diferente, no hay una única manera de pasar por él.
Recomendaciones
La ridicula idea e no volver a verte, de Rosa Montero.
Charla Ted de Nora McInerny sobre los duelos.
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