Las personas cambiamos a lo largo de nuestra vida. Pero es que la sociedad, evoluciona cada vez más y cada vez más rápido. Y si evoluciona la sociedad en general, entonces también cambian las maneras de relacionarnos entre nosotros.
Uno de los cambios más evidentes, es a la hora de ligar. La llegada de la tecnología, ya desde el principio, abrió la posibilidad a una serie de facilidades a la hora de seducir. Primero, los teléfonos. Que parece que no, pero si nos ponemos a verlo en perspectiva, hace dos telediarios estábamos enviando cartas, y hace uno con teléfonos de cable. Ahí ya se produce un primer gran cambio.
Pero es que luego llega la vorágine tecnológica: ordenadores, internet, teléfonos móviles, teléfonos móviles CON internet, y ahora teléfonos inteligentes. Me parece que es impepinable decir que no nos relacionamos igual porque las tecnologías, como arma de doble filo que son, nos han acercado cuando más lejos estábamos y también nos han abierto la brecha a una serie de nuevos problemas relacionales.
Ligar mediante apps
Ligar mediante el teléfono no es ninguna panacea. Se lleva haciendo desde hace décadas, primero a través del ordenador y ahora, como todo, ha dado el salto a una aplicación móvil, pero eso no es ninguna novedad. De hecho, Facebook empezó siendo un proyecto de red de ligoteo que acabo siendo una red social para todo el mundo.
Ligar mediante aplicaciones como Tinder, Grindr, Wappa, Meetic… te abre la posibilidad de conectar con personas que igual no te hubieses encontrado en un bar, por ejemplo, y que además sabes que están ahí buscando también relacionarse con la gente, ya sea de una manera o de otra. De un match puede salir desde una pareja casada hasta un polvo de una noche, pasando por una amistad, y creo que es maravilloso.
Por otro lado, el uso de aplicaciones para ligar ha dado pie a nuevas formas de irresponsabilidad afectiva, creer que todo vale y la falsa creencia de que esos vínculos no han de cuidarse como si no estuvieran al nivel de los vínculos creados en el día a día.
No debemos perder de vista que, detrás de cada match, de cada conversación y de cada pantalla, hay una persona que siente cosas y a la que se le puede hacer daño. Lo que nos lleva al siguiente punto…
Ghosting
¡Ay, el Ghosting!
Ghosting, para las que no estéis familiarizadas con el término, tiene que ver con desaparecer de la vida de una persona con la que habías creado un vínculo. Eso último es importante, porque hay ciertas circunstancias en las que no se aplica. Por ejemplo, cuando tienes una conversación con alguien de holaquetalbienytubientambienjajaquetegustahacer y no va más allá la cosa. Pues eso yo no lo consideraría ghosting. Hay gente con la que no encajas y punto, tampoco hay que darle más vuelta.
En cambio, imagínate que después de estar hablando a diario y quedando durante tres semanas, por poner un número, no te respondan nunca más y te bloqueen. Eso sí es ghosting. Después de hablar mucho tiempo sobre muchas cosas y haber creado un vínculo, desaparecer de la vida del otro sin dar ningún tipo de explicación.
El ghosting, desde donde yo lo veo, es un acto de cobardía. Bien por no querer enfrentarte a lo que hay (no encajar con esa persona, no querer verla más, que te haya dejado de gustar, que tengas cosas mejores que hacer, que no te apetezca… hay mil motivos), bien por no querer responsabilizarte del cuidado de ese vínculo que has creado con esa persona. Muchas veces bajo la excusa de “no ser nada”.
Esto es parte de mi cruzada con lo afectivo-sexual. Dentro de lo sexual, ya entran los afectos, y cuando mantenemos relaciones con otra persona, ya sean de una noche, de varias o en pareja, es porque hay algo ahí. Y si hay algo, es que no es “nada”.
Ligar pandémicamente
La pandemia vino a sacudir todo lo que estábamos haciendo hasta ese momento y a ponernos entre la espada y la pared en muchos asuntos. El ligoteo, uno de ellos. Porque, ¿cómo vas a relacionarte con gente nueva si corres el riesgo de coger un virus mortal? ¿si no puedo salir a la calle, ni a fiestas, ni siquiera con mis amigos o familia…?
Por suerte, la situación ha mejorado bastante, pero esas apps de las que hablamos fueron las salvadoras de mucha gente que quería conocer gente nueva e incluso de parejas que habían quedado separadas físicamente en el confinamiento.
Ahora las cosas van volviendo a su cauce: se están retomando poco a poco actividades de ocio y está volviendo el ligoteo presencial, pero las precauciones siguen siendo las que son.
Ligar no deja de ser, eso, ligar
Que no te vengan con el cuento de enseñarte a ligar con cuatro trucos infalibles o a decirte que ahora o se liga por las apps o no se liga. Llevamos seduciendo y siendo seducidos toda la vida, y eso sí que es algo que no va a cambiar.
Se puede ligar en muchos contextos y en muchas ocasiones: a través de apps, de fiesta, conociendo a amigos de amigos… pero la mejor manera de conocer gente nueva, es buscando actividades que a ti te gusta hacer.
Si te gusta tejer, pues apúntate a un curso de tejer, que seguro que conoces gente nueva, lo pasas bien y nunca se sabe si vas a conocer ahí a tu próximo ligue, pareja o al amor de tu vida del mes de enero. O igual no a ellos sino a la hermana de la prima del mismo. Tejer, yoga, ajedrez, videojuegos o baloncesto. Tanto da.
Podríamos hablar largo y tendido sobre como han cambiado las formas de ligoteo, pero el nucleo, lo importante, la base de ligar siempre está en conocer gente, de la manera que sea. Así que ya sabes: conoce gente y no hagas ghosting.
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